## La Reunión Inesperada
El aire acondicionado del edificio municipal zumbaba monótonamente, creando un ambiente gélido que contrastaba con la calidez del sol de la tarde que se filtraba por las ventanas. Vi, con su pelo morado recogido en una coleta alta y un vestido de flores que gritaba "primavera", se acomodó en una de las incómodas sillas de plástico de la sala de espera. Su mirada recorría la habitación, deteniéndose en las paredes de color beige y en los carteles descoloridos que anunciaban eventos municipales.
Un suspiro escapó de sus labios. No podía creer que estuviera ahí, en ese lugar tan impersonal, esperando a su hermana. Jinx. La última vez que la había visto, tenía siete años, con su pelo azul eléctrico y una sonrisa traviesa que prometía travesuras. Doce años habían pasado desde entonces, y la vida las había llevado por caminos completamente distintos.
Vi, la responsable, la que siempre seguía las reglas, había estudiado arquitectura y ahora trabajaba en un proyecto de renovación urbana. Jinx, la rebelde, la que siempre buscaba la emoción, había desaparecido del mapa. O eso creía Vi.
Un ruido metálico la sacó de sus pensamientos. Una puerta se abrió y una figura alta y delgada entró en la sala. Su pelo azul eléctrico, ahora con mechones de color rosa y verde, era un faro en la habitación. Unos lentes de sol oscuros ocultaban sus ojos, pero Vi reconoció la sonrisa traviesa, la misma que la había acompañado en su infancia.
Jinx.
"Vi", dijo Jinx, su voz ronca y con un tono burlón. "No sabía que te dedicabas a la arquitectura. ¿Vas a construir un castillo para tu príncipe azul?"
Vi se levantó de la silla, sorprendida. "Jinx, ¿qué haces aquí?"
"Estoy aquí para una entrevista de trabajo", respondió Jinx, quitándose los lentes de sol y revelando unos ojos azules brillantes. "Soy la nueva artista del programa de arte urbano. ¿Te imaginas? Voy a pintar la ciudad de colores."
Vi no podía creerlo. Jinx, la que siempre se metía en problemas, la que nunca se quedaba quieta, ahora era una artista.
"No puedo creerlo", dijo Vi, con una sonrisa que se extendía por su rostro. "Siempre fuiste buena dibujando."
"Sí, pero ahora soy mejor", dijo Jinx, con una sonrisa pícara. "Y tengo un montón de ideas para la ciudad. Te voy a mostrar mis diseños, son increíbles."
Vi se sintió llena de una alegría que no sentía desde hacía mucho tiempo. Jinx estaba de vuelta en su vida, y esta vez, parecía que las cosas iban a ser diferentes.
"Me encantaría verlos", dijo Vi. "Y creo que deberías conocer a mi equipo. Tenemos un proyecto de renovación urbana que podría ser perfecto para tu arte."
Jinx asintió, con una sonrisa que prometía nuevas aventuras. "Me parece genial. Vamos a hacer que esta ciudad sea un lienzo para nuestras ideas."
Vi y Jinx se miraron, y en sus ojos se reflejaba la complicidad de una infancia compartida, la promesa de una nueva etapa en sus vidas. La sala de espera del edificio municipal, un lugar tan impersonal, se había convertido en el escenario de un reencuentro inesperado, un reencuentro que prometía ser el comienzo de una nueva historia.