El eco de las risas infantiles resonaba en el pasillo del orfanato, pero para Vi y Jinx, el mundo se había vuelto gris. Tenían siete años cuando el destino las separó, enviando a Vi a un hogar en Zaun y a Jinx a un centro de adopción en Piltover.
Doce años después, Vi, una agente de la policía de Zaun, se encontraba en el edificio del consejo de Piltover, investigando un caso de robo de tecnología avanzada. La tensión en el ambiente era palpable, la ciudad se encontraba en alerta máxima.
Mientras interrogaba a un sospechoso, una explosión sacudió el edificio. El caos se apoderó del lugar, la gente corría despavorida. Vi, con su entrenamiento de lucha, logró controlar la situación, pero su mirada se posó en una figura que se escapaba por la ventana.
Era Jinx.
Su cabello rosa, ahora más salvaje que nunca, ondeaba al viento mientras saltaba de un edificio a otro. En sus manos, una arma de fuego de diseño peculiar, que disparaba rayos de energía.
Vi no podía creerlo. Su hermana, la niña que alguna vez había sido su mejor amiga, se había convertido en una amenaza para la ciudad.
"Jinx, ¡detente!", gritó Vi, su voz resonando en el silencio que había quedado después de la explosión.
Jinx se detuvo en la cornisa de un edificio, su rostro cubierto por una máscara de payaso.
"Oh, Vi, ¿eres tú?", dijo con una sonrisa macabra. "No esperaba verte aquí. ¿Acaso viniste a jugar conmigo?"
Vi se acercó a ella, su mirada llena de dolor y rabia.
"Jinx, ¿qué estás haciendo? ¿Por qué haces esto?"
"Estoy haciendo lo que me gusta, Vi. Estoy creando caos, estoy haciendo que el mundo sea un lugar más divertido. ¿No es eso lo que siempre quisimos?"
Vi sintió un nudo en la garganta. La Jinx que conocía, la niña que alguna vez había compartido sus sueños, se había ido. En su lugar, había una mujer llena de odio y locura.
"No, Jinx. No es así. Tú no eres así."
"Oh, Vi, ¿quién soy yo? ¿Soy la niña que jugaba contigo en el orfanato? ¿O soy la mujer que está a punto de destruir Piltover?"
Jinx disparó un rayo de energía que rozó la mejilla de Vi. La agente de Zaun se agachó, esquivando el ataque.
"Jinx, por favor, detente. Todavía hay tiempo para que todo esto termine."
"No hay tiempo, Vi. El juego ya ha comenzado."
Jinx saltó de la cornisa, desapareciendo en la multitud. Vi la observó partir, su corazón lleno de tristeza y desesperación.
Sabía que esta no era la última vez que se encontrarían. La batalla entre ellas, entre la esperanza y la locura, apenas había comenzado.