Javi y Hugo, amigos desde la infancia, compartían una pasión por la aventura y el jardín del Pobo, un señor amable que les permitía jugar en su enorme propiedad. Un día soleado, mientras exploraban el jardín, Hugo descubrió una pequeña cueva escondida detrás de unos matorrales.
"¡Javi, mira! ¡Un tesoro!" exclamó, señalando la entrada oscura.
Javi, con la misma emoción, se acercó y juntos se agacharon para mirar dentro. Un cofre de madera con una tapa de metal yacía en la penumbra.
"¿Cómo lo abrimos?" preguntó Javi, con un poco de miedo.
"Con cuidado," respondió Hugo. "No queremos romperlo."
Intentaron abrirlo con las manos, piedras y un palo, pero nada funcionaba.
"¡Ya sé!" gritó Javi, de repente. "Podemos usar la llave del Pobo."
Corrieron a la casa del Pobo y encontraron la llave en un gancho cerca de la puerta. Con cuidado, volvieron a la cueva y probaron la llave en el cofre. ¡Y funcionó!
El cofre se abrió con un crujido, revelando un tesoro de monedas de oro, piedras preciosas, un collar de perlas y un pequeño barco de madera.
"¡Es un tesoro de verdad!" gritó Hugo, emocionado.
Javi y Hugo se pusieron a jugar con el tesoro, imaginando aventuras con el barco y adornándose con las joyas. De repente, escucharon una voz detrás de ellos.
"¡Hola, chicos!" dijo el Pobo, con una sonrisa. "¿Qué están haciendo?"
Javi y Hugo se pusieron nerviosos, temiendo que el Pobo se enfadara por haber abierto el cofre.
"Encontramos un tesoro," dijo Javi, con un poco de vergüenza.
"Un tesoro," repitió el Pobo, con una sonrisa. "Sí, ese cofre es un tesoro. Pero no es un tesoro de oro o de piedras preciosas. Es un tesoro de recuerdos."
El Pobo les explicó que el cofre había pertenecido a su abuelo, quien lo había llenado con objetos especiales que le recordaban sus aventuras. El Pobo había guardado el cofre con mucho cariño y ahora se alegraba de que Javi y Hugo lo hubieran encontrado.
"Ahora ustedes también tienen un tesoro de recuerdos," dijo el Pobo. "Recuerden siempre este día, cuando encontraron el tesoro del Pobo."
Javi y Hugo se miraron con una sonrisa. Tenían razón. El tesoro más importante no era el oro o las piedras preciosas, sino los recuerdos que habían creado juntos.
Desde ese día, Javi y Hugo siempre recordaron el tesoro del Pobo. Y cada vez que jugaban en el jardín, se acordaban de la aventura que habían vivido y de la amistad que los unía.