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Horror

El Tren de la Oscuridad

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El tren se deslizaba por los rieles, un monstruo de acero que tragaba kilómetros con voracidad. El paisaje, antes vibrante y lleno de vida, se convertía en un borrón de colores apagados, un reflejo de la creciente inquietud que se apoderaba de Sofía. Era su primer viaje en solitario, un viaje que prometía ser un escape de la rutina, una aventura hacia lo desconocido. Pero algo en el aire, una sensación intangible, le decía que algo andaba mal. El vagón, antes bullicioso, se había ido vaciando poco a poco. Los pasajeros, con rostros pálidos y ojos hundidos, se habían ido retirando uno a uno, dejando a Sofía sola en su asiento junto a la ventana. La oscuridad se extendía como una telaraña, envolviendo al tren en un silencio sepulcral que solo era interrumpido por el chirrido de las ruedas sobre los rieles. Un escalofrío recorrió su espalda. La temperatura había bajado notablemente, y una sensación de humedad fría se extendía por el vagón. Sofía intentó ignorarlo, concentrándose en el libro que llevaba en la mano, pero las palabras se le escapaban, incapaces de penetrar la barrera de miedo que se había levantado en su interior. De pronto, un ruido sordo la hizo saltar. Un golpe seco, como si algo se hubiera estrellado contra la pared del vagón. Sofía se levantó de golpe, su corazón latiendo con fuerza en su pecho. Miró hacia atrás, pero no vio nada. La oscuridad era impenetrable, y el silencio, aún más inquietante. Se acercó a la puerta del vagón, buscando a alguien, a cualquier persona que pudiera darle un poco de consuelo. Pero la puerta estaba cerrada con llave. Un pánico helado se apoderó de ella. ¿Qué estaba pasando? ¿Por qué la habían dejado sola? Un nuevo golpe, esta vez más fuerte, la hizo retroceder. Esta vez, el sonido venía de la parte delantera del tren. Sofía se aferró al respaldo de su asiento, sus dedos blancos por la tensión. Un miedo visceral la paralizaba. Con un esfuerzo sobrehumano, se obligó a moverse. Tenía que averiguar qué estaba pasando. Caminó con pasos vacilantes hacia la parte delantera del vagón, cada paso resonando en el silencio como un trueno. Al llegar a la puerta, la vio. Una figura oscura, casi transparente, se movía en la penumbra. Sus ojos, dos puntos brillantes en la oscuridad, la miraban fijamente. Sofía sintió un escalofrío que le recorrió la columna vertebral. La figura se acercó a la puerta, extendiendo una mano huesuda hacia ella. Sofía retrocedió, su cuerpo temblando de miedo. La figura no hablaba, pero su presencia emanaba una energía oscura que la paralizaba. De pronto, la figura desapareció. Sofía se quedó allí, inmóvil, con el corazón latiéndole con fuerza en su pecho. ¿Había sido real? ¿O era producto de su imaginación? Un nuevo golpe, esta vez más fuerte que nunca, la hizo caer al suelo. El tren se estremeció violentamente, y las luces parpadearon y se apagaron. Sofía se levantó, su cuerpo temblando, y corrió hacia la parte trasera del vagón. La puerta estaba abierta. Sofía salió al pasillo, buscando una salida, una forma de escapar de esa pesadilla. Pero el pasillo estaba vacío, y la oscuridad era impenetrable. Un sonido gutural, como un gruñido, la hizo detenerse en seco. Se giró lentamente, buscando la fuente del sonido. Y entonces la vio. Una figura oscura, con ojos rojos como brasas, se movía hacia ella. Sofía gritó, un grito desgarrador que resonó en el silencio del tren. La figura se abalanzó sobre ella, sus manos huesudas extendiéndose hacia ella. Sofía cerró los ojos, esperando lo peor. Pero el golpe nunca llegó. Abrió los ojos lentamente, y vio que la figura había desaparecido. El tren se detuvo con un golpe seco. Sofía se levantó, su cuerpo temblando, y se dirigió hacia la puerta del tren. La luz del amanecer la cegó por un momento. Cuando pudo ver con claridad, se dio cuenta de que estaba en una estación desierta. No había nadie a su alrededor, solo el silencio de la madrugada. Sofía se tambaleó hacia la salida de la estación, su mente llena de imágenes de la pesadilla que había vivido. ¿Había sido real? ¿O era solo un sueño? No tenía respuestas. Solo sabía que nunca volvería a subir a un tren. El viaje en tren se había convertido en su peor pesadilla, una pesadilla que la perseguiría para siempre.
Closing image for the story

How this story was created?

Story base: un viaje en tren se convierte en la peor pesadilla

Category: Horror

Language: Spanish

Length: Short

Age: 23

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