La Reina de Hielo y la Serpiente
El viento gélido azotaba las torres de cristal del Palacio de Escarcha, suspirando como un gigante adormilado. Dentro, la reina Elara, con su cabello plateado como la nieve y ojos azules como el hielo, se sentaba en su trono de obsidiana, observando la danza de las llamas en el hogar. Era una reina joven, apenas veinte años, pero su mirada era la de una mujer que había visto demasiado.
Su hermano, el príncipe Kael, se acercó a ella, su rostro marcado por la preocupación. "Hermana, he recibido noticias de la frontera. Los salvajes se están moviendo, y sus ejércitos se acercan a las tierras del norte."
Elara frunció el ceño. "No me sorprende. El invierno se acerca, y con él, la sed de sangre de los salvajes."
"Pero esta vez es diferente, hermana. Han unido fuerzas con los Hijos del Bosque, y se dice que incluso los dragones se han unido a su causa."
Elara se levantó de su trono, su cuerpo rígido como una espada. "Los dragones... ¿están seguros?"
"No hay duda, hermana. Los exploradores los han visto surcando los cielos, escupiendo fuego."
Elara sintió un escalofrío recorrer su espina dorsal. Los dragones, criaturas legendarias que se creían extintas, habían regresado. Y ahora, se unían a los salvajes para atacar sus reinos.
"Debemos actuar con rapidez, Kael. Reúne a los señores de la guerra, convoca a los ejércitos. Debemos prepararnos para la batalla."
"Lo haré, hermana. Pero hay algo más que me preocupa."
Elara lo miró con curiosidad. "¿Qué es?"
"La reina Anya, la reina del sur, ha enviado un emisario. Dice que desea una audiencia con usted."
Elara sintió un nudo en el estómago. Anya, la reina del sur, era una mujer ambiciosa y despiadada. Su reino era rico y poderoso, y sus ejércitos eran temidos en toda la tierra. ¿Qué quería Anya?
"Dile que la recibiré mañana por la mañana."
Kael asintió y se retiró. Elara se quedó sola, con la imagen de Anya en su mente. La reina del sur era una mujer hermosa, con cabello negro como la noche y ojos verdes como la esmeralda. Pero detrás de esa belleza se escondía un corazón frío y calculador.
Al día siguiente, Anya llegó al palacio, escoltada por un séquito de guerreros imponentes. Su sonrisa era amplia y seductora, pero sus ojos brillaban con una fría ambición.
"Reina Elara," dijo Anya, inclinándose ligeramente. "Es un honor encontrarme con usted."
"El honor es mío, reina Anya," respondió Elara, manteniendo la distancia.
"He venido a ofrecerle mi ayuda, reina Elara. Los salvajes son una amenaza para todos nosotros, y debemos unir nuestras fuerzas para derrotarlos."
Elara se mantuvo escéptica. Anya era conocida por su astucia y su sed de poder. ¿Por qué ofrecería su ayuda tan fácilmente?
"Agradezco su oferta, reina Anya, pero no necesito su ayuda."
Anya frunció el ceño. "No sea tan apresurada, reina Elara. La situación es grave. Los salvajes son más fuertes de lo que cree, y los dragones... los dragones son una amenaza que no podemos ignorar."
Elara se mantuvo firme. "No me intimida la amenaza de los salvajes, ni la de los dragones. Mi reino es fuerte, y mis ejércitos están preparados para la batalla."
Anya se acercó a Elara, su voz bajó a un susurro. "Reina Elara, no se deje engañar por las apariencias. Los salvajes son solo una herramienta. La verdadera amenaza es el príncipe Kael."
Elara se sorprendió. "¿Qué quiere decir?"
"El príncipe Kael está en contacto con los salvajes. Él les ha prometido el trono a cambio de su ayuda. Él planea traicionarla, reina Elara."
Elara sintió un escalofrío recorrer su espina dorsal. ¿Podría ser cierto? Kael, su hermano, ¿la traicionaría?
"No creo que mi hermano sea capaz de tal cosa," dijo Elara, con voz temblorosa.
Anya sonrió, una sonrisa fría y cruel. "No se deje engañar por su afecto, reina Elara. El poder corrompe, y el príncipe Kael está cegado por su ambición."
Elara se quedó en silencio, con la mente llena de dudas. ¿Podría Anya estar diciendo la verdad? ¿Podría Kael, su propio hermano, estar planeando traicionarla?
"Le agradezco su advertencia, reina Anya," dijo Elara finalmente. "Pero necesito pruebas."
Anya se encogió de hombros. "Las pruebas las encontrará usted misma, reina Elara. Solo le pido que no se ciegue por el amor familiar."
Anya se retiró, dejando a Elara sola con sus dudas. La reina se quedó mirando la puerta por la que Anya había salido, con la mente llena de confusión y miedo. ¿Podría ser cierto? ¿Podría su propio hermano estar planeando traicionarla?
Elara se levantó de su trono y se dirigió a su habitación. Necesitaba pensar, necesitaba encontrar la verdad. La traición, si es que era real, debía ser detenida. El destino de su reino, y el suyo propio, dependía de ello.

How this story was created?
Story base: En un mundo como en juego de tronos hay un traicion en palacio
Category:
Language: Spanish
Length: Short
Age: 23
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